Hay momentos en la vida en que se nos hace difícil escribir, el simple arte de entrelazar palabras se torna titánico cuando nos agobia el dolor. Lo supo bien Hector y lo hizo con maestría cuando en las mazmorras de una cárcel, injustamente llevado tras las rejas fue capaz de escribir un libro como válvula de escape y ofrecérselo al mundo con infinito amor.
Y es que la literatura es como la viña del señor, tiene de todo. Hay libros buenos, otros muy buenos, algunos no tan notorios, pero siempre hay libros que sobresalen de la estantería por que brillan con luz propia, porque son excelentes y porque al leerlos nos estremecen hasta la última fibra de corazón. Increscendo es uno de ellos, un hermoso homenaje en verso que su autor Héctor Lerner quiso dar a sus compañeros muertos y desaparecidos, pero también a su familia y al amor.
Lerner nació en la Argentina, el 17 de mayo de 1956. Crecido en dictaduras militares, la vena poética nació en la cárcel. Escribir, dice, fue una forma de manejarse en el dolor, para no sucumbir. De eso quedó un testimonio de la tragedia Argentina.
“Casi con vergüenza literaria publico estos poemas de cárcel, 30 años después de haberlos escrito. – Nos dijo Héctor aquel día- Desnudo ante ustedes, el adolescente que fui. Rescato de Increscendo, ante todo, el valor del testimonio y el contexto: las heridas y enseñanzas de 6 años de cárcel durante la dictadura militar en Argentina. ...tengo el privilegio de haber sobrevivido a la masacre y el deber moral, de aportar a la memoria colectiva, mi registro. No me tortura el recuerdo de la cárcel pero si la imagen de cuerpos mutilados en el fondo del mar”
El autor dejó su amada Córdoba ya de 19 años, primero a la cárcel y después al exilio. Vivio en Suecia desde 1983 donde trabajó como brillante médico en la ciudad de Gävle, mientras la poesía aún vivía en él.
En 2010 Héctor Lerner lanzó junto a cuatro amigos la antología poética “Compromiso con la vida”, donde pudimos ver un adelanto de lo que sería Increscendo.
Al leer sus versos el poeta Carlos Alberto Muñoz expresó: “Héctor Lerner, poeta argentino, retoma su existir duro, amargo, y terrible, lo que fue la cárcel durante la dictadura. A pesar del dolor y sangre de algunos poemas de este libro ‘el poeta busca la belleza, porque está en todas partes en cada instante de nuestro existir’, Con voz pausada y reflexiva comenta poéticamente con hálito esperanzador, despejado de odio pero en el filo de la mente, al barbaján no se le olvida ni perdona”
El éxito fue tremendo y los libros se agotaron al instante. Luego Héctor regresó a Letranovel, su editorial, para terminar esta obra que empezó hace muchos años a escribirse con sangre sobre el dolor.
Héctor Lerner, poeta argentino retomó su existir duro, amargo y terrible, lo que fue la cárcel durante la dictadura. Con voz pausada y reflexiva comenta poéticamente con hálito esperanzador, despejado de odio pero en el filo de la mente, al barbaján no se le olvida ni perdona.
En Letranovel recordamos la primera poesía que leímos de Hector, enseguida comprendimos que había allí un gran talento:
He acopiado
en un instante
la sonrisa postrera de los muertos,
la desolación de la cárcel
después de la masacre,
los coches sin patente
perdidos en la noche
con la carga preciosa
de otro y de otro adolescente.
He acopiado los andrajos humanos
que quedaron sufriendo
en los umbrales;
las madres temblando en el despojo,
la vejez prematura de los niños
esperando, tal vez, lo inexistente.
He acopiado
el tronar de las mazmorras
donde fue vejada la pureza
y torturada la esperanza.
He acopiado
las raíces desnudas del exilio,
las miradas perdidas
buscando por los parques
la Argentina deshecha y enlutada.
Sin embargo
no he podido encontrar
una sola palabra
de consuelo...
En sus versos quedaba plasmado el testimonio directo del padecer y de la resistencia humana frente al horror de la tortura, el asesinato y la desaparición de miles y miles de argentinos durante los años setenta.
Sobreviviente a la barbarie, el autor nos dejó recorrer a su vez, un pedazo de vida donde sentimientos naturales de todo joven, como el enamoramiento, tienen un lugar importante. El derecho a vivir, a amar y a construir vida desde su juventud, fue una respuesta firme y contundente a la cultura de la muerte.
Increscendo se conviertio así, desde la perspectiva de un joven poeta, en el testimonio de un pasado que nos invita a reflexionar en el presente, un llamado a ser parte de esa memoria colectiva que precisamos para construir un futuro mejor” Concluia su compañera Yanina Angélica López su brillante prólogo.
Es curioso, ahora se cumplen exactamente cuatro años, de aquel 2 de mayo de 2010 cuando un Hector feliz daba por primera vez al mundo a conocer su libro.
Hoy Hector se ha ido, nos ha dejado víctima de esa horrible enfermedad que le arrebató una vida joven, cosa que la dictadura no pudo lograr. No será tan fácil para nosotros escribir como él, no es tarea fácil decir adiós a un amigo, pero desde su editorial, le mandamos un fuerte abrazo a su familia, en especial a sus hijos Pablo y Gabriela porque como les dijo un día su padre que “lo fundamental no ocupa mucho lugar, sino que cabe en un puño y trasciende en unas pocas palabras”.